jueves, 3 de diciembre de 2009

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Ellas avanzan, siguen yendo de un lado a otro. Ella se queda, se paraliza, tiene que ir en busca de una actriz famosa, que le es indiferente, a hacerle una foto. Es famosa, si la ves necesitas pruebas. Esto es Hollywood, no? Restaurantes con escaleras infinitas, hombres acosándola sutilmente, y no tanto, preguntas y respuestas concisas con expresión de “date cuenta que no te estoy haciendo ni caso y déjame en paz”. La busca sin mirar, no ve de lejos y no quiere incordiar a la gente que está sentada en las circulares mesas, que ríe con el único propósito de seducir, llamar la atención. Una sonrisa natural es un impulso, dura segundos, lo que hacen esas jóvenes que dedican día entero a su físico, su ropa, su pelo, es una mueca que cuanto más repitan más se alejan de la verdadera felicidad. Entran en una carrera, en un concurso de éxito superficial, y como nunca podrán ganar, siempre habrá alguien más guapa, más joven, con mejor cuerpo, con más dinero, más deseada, están condenadas a la frustración, que además siempre tendrán que esconder bajo esa falsa sonrisa.
El caso es que yo, tímidamente buscaba a la famosa porque había quedado con alguien, ya no me acuerdo quien, que la volvería a cruzar esa noche y me animaría a sacarle una foto. Un reto a mi timidez. Mientras mis amigas fueron a una discoteca, luego a un bar, luego a otro. O al revés. Cuando las intentaba llamar me contaban sus problemas, una que se había peleado con otra porque tonteaba con el chico que le gustaba, otra que no soportaba lo infantil que era una. Yo solo pensaba en mi objetivo, sacarle una foto a esa dichosa famosa que no sabía dónde se había metido. Me cruzaba con cualquier otra famosa menos ella, incluso con una actriz que me encantaba, pero no me importó. Mi concentración era máxima. Incluso me permitía evadir momentáneamente otros problemas, los míos. El pesado de las escaleras no para de pedirme mi número para una cita. Lo peor es que lo hacía de forma dulce, amigable, lo que te hace sentir mal darle un no tajante, seguro, con mala cara y cansancio en la voz. Un no de profesora estricta y con un poco de mala leche.
Me desperté. Comprendí. Buenos aires. Yo me fui, ellas siguieron con su vida. Seguíamos en contacto pero yo he estado ocupada buscando algo que alguien me ha pedido pero que no me interesa. Me he convencido de que es mi objetivo. Tengo que buscarlo y no puedo volver con ellas. Al mismo tiempo ya me siento alejada, lo suficiente para no querer volver. Me pierdo por el camino y sé que estoy sola. Hasta mi subconsciente me lo recuerda: tus amigas están de fiesta y tú estás…
Todo el mundo está solo, pero no todo el mundo se siente solo. Yo prefiero saber la verdad. La verdad de que el de escalera solo quería una cosa y se hacia el interesado en mi vida, la verdad de que las relaciones se construyen con presencia física y que internet no te da eso, la verdad de que nadie sabe porque hace lo que hace en este mundo, porque siente lo que siente, o piensa lo que piensa, la verdad de que no existe ninguna verdad, o de que existen muchas.
Sueño del 3 de agosto del 2009.

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