viernes, 17 de septiembre de 2010

vidas

30/12/2009

Consumir, consumir, consumir. Yo no quiero consumir. No quiero tener que pensar que pedirme por Navidad. Acaso necesito algo? No.
Siempre lo intentaba, pero al final se resbalaba en el pozo de la tentación, de la imposición, del marketing.

Lo que quería era coger un globo rojo y elevarse, empezar a volar. Lo que quería era que la acariciaran el pelo y le dieran un beso en la frente. Quería trasmitir entusiasmo en una mirada. Quería recorrer el mundo y que tras cada aldea visitada las cosas se transformasen en justicia y dignidad.

No quería unas botas nuevas, una camiseta bonita, una crema mágica ni unos pendientes rojos.

No quería querer, pero quería.

Puta! Por qué? Porque no decidimos que querer y que no. La condena del subconsciente. Es la fuerza más potente, la que induce al egoísmo o la compasión. Vivimos en mundo cohibido, nadie, incluso cuando reclama seguir sus deseos, es realmente libre al actuar. No sigues un camino de decisión propia. No es verdad. O a lo mejor hay gente que si y yo me resigno pensando que nadie.

Yo sí que quiero un príncipe azul. Quiero sentirme querida y querer, sin botas, ni camiseta bonita.

A lo mejor también quiero una Mulán.

La vagancia arrastra y pesa. La inacción es el peor delito. Dejamos las cosas pasar, vida contemplativa, desde nuestros cómodos hogares leemos la prensa.
¿Qué pasa? ¿Alguna vez fue más justo el mundo? ¿En algún lugar lo es?

Quiero realizar una película que se cumpla. Quiero una varita mágica.

17/09/

Tuve una Mulán. Fue muy bonito. Fue.

Ahora quiero que el tiempo se de prisa.
Como despertarse de un buen sueño. Duele demasiado.

sábado, 5 de diciembre de 2009

what if

Caminas por Gran Vía chocándote con la gente, les eres indiferente. Algunos chicos te miran, pero no recordarán tu cara en cinco minutos. Te fijas en la ropa de una chica que te llama la atención. Te sonríe; te sonrojas. Tuerces por una calle, (al fin puedes caminar sin agobio, piensas) das un paso y notas como se forma un agujero enorme en suelo y empiezas a caerte! gritas sin entender nada pero no logras alzar la vista, vas demasiado rápido y solo ves negro. No tienes tiempo de enlazar una idea con otra y ya estas de nuevo en Gran vía, pero todo ha cambiado. No entiendes nada, la gente te mira, se hablan entre ellos, se ríen, te señalan. Tú te observas y estas igual que antes… no te has quedado en ropa interior ni nada por el estilo. Exactamente la misma. ¿Qué coño ha pasado? Vuelves a cruzarte con la chica de antes pero esta vez simplemente no te mira. Entras en el primer bar que encuentras para encerrarte en el baño y mirarte bien. Nada. Sales y sientes que todo el mundo te sigue mirando pero no sabes que hacer, te morirías de vergüenza si preguntarás por qué. La situación te asusta y te estresa, empiezas a sudar y notas la palpitación acelerándose. Caminas rápido hacia la calle por la que torciste, buscando un indicio de algo fuera de lo común…Nada. Vas con precaución por la misma vereda, con miedo a caerte en cada paso, pero también con una intriga enorme de que vuelva a suceder. Te cruzas con una mujer grande, con ropa marrón y un velo que le cubre en pelo, habla en árabe a sus dos niños, que caminan riéndose y jugando, en frente ves a una pareja de góticos, él con botas altísimas, cazadora de cuero, pinchos… ella con un vestido de Gothic Lolita, morado y negro, con encajes y lazos en blanco. Es un día de los que el sol se pega en la piel, por lo que te cuesta entender como el chico va con cuero… sigues mirando el panorama aunque de lejos no ves bien, no diferencias si el grupo de gente que está al final de la calle está yendo hacía ti o en sentido opuesto… En cualquier caso, nadie parece percatar algo distinto en ti o en el ambiente, siguen en su mundo. De una fuerte luz se pasa a la oscuridad y la gente sigue como si nada, no se detiene, no se sorprende. Te entran muchísimas ganas de correr y sin dudarlo empiezas. Vas lo más rápido posible, esquivando a la gente que camina con la mirada pérdida, si torcerse hacia ti, como si fueras invisible, hasta que te vuelves a caer. La sensación de vértigo se repite y reapareces en Gran Vía, en el exacto mismo punto de antes.

En realidad, ¿ no creamos la percepción que tiene el resto de nosotros, interpretamos las actitudes como queremos, inventamos “sensaciones”, buscamos haber visto algo que nos de la razón sobre lo que pensamos ?

Creamos mucho más de lo existente.

Imaginamos una posible historia con alguien, logrando que nos guste la persona a través de esa imaginación, pensamos en acciones que no haremos, jugamos al ajedrez sin jugar. Inventamos desenlaces, calculamos el tiempo.

Pero no controlamos nada, somos pura contradicción. Nuestro subconsciente nos gobierna.

jueves, 3 de diciembre de 2009

...


Ellas avanzan, siguen yendo de un lado a otro. Ella se queda, se paraliza, tiene que ir en busca de una actriz famosa, que le es indiferente, a hacerle una foto. Es famosa, si la ves necesitas pruebas. Esto es Hollywood, no? Restaurantes con escaleras infinitas, hombres acosándola sutilmente, y no tanto, preguntas y respuestas concisas con expresión de “date cuenta que no te estoy haciendo ni caso y déjame en paz”. La busca sin mirar, no ve de lejos y no quiere incordiar a la gente que está sentada en las circulares mesas, que ríe con el único propósito de seducir, llamar la atención. Una sonrisa natural es un impulso, dura segundos, lo que hacen esas jóvenes que dedican día entero a su físico, su ropa, su pelo, es una mueca que cuanto más repitan más se alejan de la verdadera felicidad. Entran en una carrera, en un concurso de éxito superficial, y como nunca podrán ganar, siempre habrá alguien más guapa, más joven, con mejor cuerpo, con más dinero, más deseada, están condenadas a la frustración, que además siempre tendrán que esconder bajo esa falsa sonrisa.
El caso es que yo, tímidamente buscaba a la famosa porque había quedado con alguien, ya no me acuerdo quien, que la volvería a cruzar esa noche y me animaría a sacarle una foto. Un reto a mi timidez. Mientras mis amigas fueron a una discoteca, luego a un bar, luego a otro. O al revés. Cuando las intentaba llamar me contaban sus problemas, una que se había peleado con otra porque tonteaba con el chico que le gustaba, otra que no soportaba lo infantil que era una. Yo solo pensaba en mi objetivo, sacarle una foto a esa dichosa famosa que no sabía dónde se había metido. Me cruzaba con cualquier otra famosa menos ella, incluso con una actriz que me encantaba, pero no me importó. Mi concentración era máxima. Incluso me permitía evadir momentáneamente otros problemas, los míos. El pesado de las escaleras no para de pedirme mi número para una cita. Lo peor es que lo hacía de forma dulce, amigable, lo que te hace sentir mal darle un no tajante, seguro, con mala cara y cansancio en la voz. Un no de profesora estricta y con un poco de mala leche.
Me desperté. Comprendí. Buenos aires. Yo me fui, ellas siguieron con su vida. Seguíamos en contacto pero yo he estado ocupada buscando algo que alguien me ha pedido pero que no me interesa. Me he convencido de que es mi objetivo. Tengo que buscarlo y no puedo volver con ellas. Al mismo tiempo ya me siento alejada, lo suficiente para no querer volver. Me pierdo por el camino y sé que estoy sola. Hasta mi subconsciente me lo recuerda: tus amigas están de fiesta y tú estás…
Todo el mundo está solo, pero no todo el mundo se siente solo. Yo prefiero saber la verdad. La verdad de que el de escalera solo quería una cosa y se hacia el interesado en mi vida, la verdad de que las relaciones se construyen con presencia física y que internet no te da eso, la verdad de que nadie sabe porque hace lo que hace en este mundo, porque siente lo que siente, o piensa lo que piensa, la verdad de que no existe ninguna verdad, o de que existen muchas.
Sueño del 3 de agosto del 2009.